Hay dos cosas de los habitantes de Hong Kong que seguro llaman la atención a los viajeros europeos. Una es que vayan a todos lados con paraguas, la otra son las mascarillas que lleva mucha gente.
Lo de los paraguas es fácil de entender, aparte de por las posibles tormentas, cuando el día está despejado, el sol hace hasta daño. Y dan cierta envidia los que van con su paraguas resguardandose del sol, mientras los europeos sudamos y vamos en busca de las pocas sombras en la ciudad.
Lo de las mascarillas tiene una "explicación" más larga.
Hong Kong es una ciudad muy densamente poblada, y las enfermedades infecciosas como la gripe aviar (en 1997) y el SARS (en 2003) se extienden muy rápidamente. Eso hace que entre el miedo a la infección e informes que recomiendan el uso de la mascarilla para evitar contagios (como pasó con la reciente gripe A), se haya extendido mucho su uso, aunque no esté muy claro que este tipo de mascarillas pueda evitar el contagio.
Para mi no deja de ser raro encontrarte a gente con mascarillas hasta en el trabajo (y más raro es cuando tienes que hablar con esa persona que lleva una mascarilla como si fuera un médico a punto de entrar en quirófano), y uno de los compañeros me ha dicho que algunos habitantes de Hong Kong también usan la mascarilla si piensan que tienen alguna enfermedad infecciosa, para evitar contagiar.
La obsesión por el tema de la infección se observa por muchos sitios, los pasamanos de las escaleras de los sitios públicos son lavados "y desinfectados" fecuéntemente (como informan los correspondientes carteles en las propias escaleras), la gente se lava las manos muy a menudo, hay dispensadores de gel de jabón en muchos sitios, y son muy escrupulosos con los palillos y cubiertos (los lavan con un poco de té caliente antes de empezar a comer en los restaurantes).
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