Tuve la inmensa suerte de que en mi primer trabajo en Madrid el ambiente era genial. Quedábamos juntos todos los compañeros para ir de cañas, para salir de juerga. Comíamos todos juntos, hacíamos "escapaditas" para tomar el café, para fumar en el puesto de trabajo de alguno... El ambiente era distendido, había buenas conversaciones, risas, nos ayudabamos mútuamente, hasta poníamos música o llevábamos posters y fotos para adornar la oficina...
Eso hizo que aguantar la mala situación laboral (infravalorado, peor pagado, sin política de personal...) fuera más llevadera. Y fué lo que más eché de menos cuando cambié de trabajo.
Incluso ahora que ya no estoy en Madrid mantengo el contacto con esos compañeros de trabajo, e intentaremos vernos, aunque solo sean unos minutos.
Donde estoy ahora el ambiente no es tan bueno. La gente va más a su rollo, de una forma bastante individualistas, no se nota ese ambiente distendido que hacía que algunas veces hasta dieran ganas de ir a trabajar.
Supongo (por suponer que no quede) que en Madrid la mayoría eramos de fuera, llegabas a una ciudad nueva, extraña, que no conocías, y te procurabas integrar rápidamente, conocer gente, salir... Aquí (en Valladolid) supongo que la gente ya tiene sus circulos de amistad y quiere separar el trabajo de la vida social, y por eso es menos distendido y ameno el ambiente. Supongo.
Menos mal que aunque haya mucha gente así de sosa, no son todos. Hay gente agradable, con la que se puede conversar, con la que se puede ir a comer, o quedar a tomar unas cervezas despues del trabajo.
Pero me ha llevado a pensar y valorar el genial ambiente de aquella empresa madrileña, que será muy dificil de volver a conseguir.
Despues de todo, el ambiente lo hacen las personas, no la empresa. Por mucho que se empeñen las empresas (esas reuniones de "confraternización" de grandes consultorías para reforzar la unidad del grupo son algo "risibles") el buen ambiente lo hacen los empleados, por el caracter de sus empleados.
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