Otra vez más de lo mismo, vamos, varias personas, sin aparente relación entre sí, se encuentran en unas situación extraña, pasan de una habitación a otra idéntica, sin encontrar la salida.
En esta secuela, las habitaciones no solo se mueven en el espacio, si no tambien en el tiempo, produciendose secuencias muy curiosas (lo mejor de la película). Pero ahora los protagonistas no hacen calculos para intentar encontrar la salida, si no que esperan a ver que pasa, en una actitud pasiva, pese a que la variedad del grupo (una psicóloga, un detective, un ingeniero, un programador de videojuegos, una matemática con alzehimer, una abogada y una ciega que esconde algo) podría dar lugar a escenas y dialogos más interesantes.
Han contado otra vez la misma historia, con más medios, y peores resultados. Ni tiene el toque de terror de su predecesora (las supuestas escenas que tendrían que dar miedo, dan pena), ni la intriga de los calculos matemáticos para buscar la salida (mucha fórmula matemática por las paredes, pero solo por decoración). Desperdician unos personajes interesantes y las posibilidades que da el hecho de que las habitaciones se muevan en cuatro dimensiones.
Mi aproximación esférica tras esta sesión de bici: 100,7
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