14 diciembre 2013

Turismo en Beijing VI: Comentarios finales


La verdad es que el viaje al final fue mucho más fácil de organizar de lo que nos habíamos temido.

El principal problema siempre es el idioma. Nosotros sabemos decir hola, buenos días, gracias, y poco más, en chino. Pero es fácil moverse con el inglés. En la zona turística hay mucha gente que habla ingles, claro. Pero después se ve que hay muchas cosas en inglés (aunque solo sea un poco), como el metro, los menús en muchos restaurantes, las indicaciones en los sitios turísticos, etc...

Incluso donde no teníamos un idioma común, nos conseguíamos apañar, por ejemplo, en los restaurantes que no hablaban en inglés, nos apañamos apuntando con el dedo a las fotos de los platos que queríamos pedir.

Por eso son unas vacaciones recomendables, hay muchas cosas que ver, muchas cosas sorprendentes, y con el ingles y un poco de ingenio es fácil disfrutar de las vacaciones.


La parte negativa del viaje nos la llevamos con la gente. Hay que decirlo claro, los chinos (al menos los de Beijing) son unos guarros.

Es muy habitual verlos escupir, pero preparando el escupitajo de forma muy sonora, en varios pasos. Primero sorber mocos "schugggg", luego preparar el gargajo en el fondo de la boca "gruargj", y finalmente escupirlo con la misma sonoridad de todo el proceso "juaspp". Que veas a alguno de vez en cuando que lo haga, a lo mejor es molesto, que parece que sea toda la ciudad la que lo hace, es bastante asqueroso. Incluso las dos primeras fases las hemos "oído" en museos, metro, centros comerciales, restaurantes.... Todos hombre, mujeres, ancianos... bueno a los niños no les vi hacerlo...

Otra característica es como se suenan los mocos, no usan pañuelos de papel, simplemente se inclinan, tapan la fosa nasal que no tenga mucosidad, y expulsan los mocos a la acera. Con naturalidad, tintando de verde adoquines y asfalto...


Beijing es una ciudad enorme, superpoblada y con muchos problemas de tráfico, y tiene el gran problema de contaminación que todos conocemos. El metro parece que va siempre en hora punta (sobre todo las estaciones centrales), y los chinos demuestran que no se cumple el tópico de que sean calmados y pausados. Si no que es todo una locura, empujones, prisas, meter el codo para pasar, colarse...

Por las calles hay un ejercito de barrenderos, armados con su escoba de paja y una especie de caja-recogedor metálico colgado al hombro, estos si que son pausados, muuuuy tranquilos, barriendo despacito, a lo suyo.

También hay una gran cantidad de policías, equipados y uniformados de diferentes formas, a alguno vi en uniforme con playeras... Pero en general no dan sensación de respeto, la pose habitual es sentados, apoyados en algún sitio mirando con cara de asco o pena, o dormidos en una silla.

Y claro, muchísimo militar, sobre todo en las cercanías de Tiananmen. En muchas esquinas están parados, se supone que vigilando, aunque normalmente están hablando entre ellos. Incluso en muchos sitios turísticos la vigilancia la realizan militares.

Y lo que si que es cierto es que en ningún momento tuvimos la sensación de peligro. Realmente el mayor peligro es cruzar una carretera (y más si te confías en que está en verde el semáforo de peatones).

No hay comentarios: