Esta es, creo, la última que he ido a ver al cine. Déjame entrar es una película de vampiros, completamente atípica. Muy alejada de la imagen romántica de "Crepúsculo", o la sangrienta visión de "30 días de oscuridad". Es algo completamente diferente.
El chaval protagonista es la víctima de los matones de su clase, y a solas sueña con su venganza. Todo cambia cuando conoce a una nueva vecina, una extraña niña que no parece notar el frío del invierno, es muy pálida y sólo sale de noche...
Es una historia fantástica, de amistad entre dos niños, pero uno de ellos es un vampiro, con lo que ello conlleva. Rodada de manera sobria y realista, ambientada en el Estocolmo de principios de los '80. Todo tiene un aire serio y formal, incluso las escenas más fantásticas (es de agradecer que los efectos especiales sean solo parte de la maquinaria necesaria para contar la historia, no la parte fundamental de esta). Inquietante por momentos y tierna en algunos otros. De las mejores películas que he visto en mucho tiempo.
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