De pequeño me gustaban las Navidades, como a todos los niños. Vacaciones, regalos, propinas, comidas, refrescos... Con esos motivos.. ¿Como no me iva a gustar?. Ya podían contarnos lo que quisieran sobre religión, familia o lo que fuera, nosotros sabíamos que era lo que nos gustaba.
Con el tiempo se ven las cosas de otra manera. Que nadie se lleve a engaño, el consumo es el espiritu de la Navidad (como bien decía S.A.). Sólo hay mirar un poco para comprenderlo.
En la calle luces y adornos en las zonas comerciales, para animarnos a comprar. En todos lados anuncios de todo tipo, diciendonos lo que tenemos que comprar. Comidas copiosas con la familia, amigos, compañeros de trabajo... Hay que beber champán, comer turrón, y cumplir con toda la parafernalia absurda que rodea estas fechas, para que no te miren mal como "otro bicho raro".
Hay que ser feliz (a la fuerza), Hay que aparentar ser bueno, aunque no esperemos que un gordo entre por la chimenea a llenar nuestros calcetines de regalo. Por que el otro gran protagonista de estas fechas es la hipocresia.
Nada de hacer revisión de lo que ha sido el año, para aprender de los errores y sentirte orgulloso de las victorias. Nada de recogimiento religioso. Nada que sea profundo o enriquecedor.
En estas fechas hay que moverse de cara a la galeria, que todos sepan que eres mejor y más bueno que nadie, y que consumes más que los demás. Oculta y disfraza tu vida, intenta engañar a los demás y a ti mismo. Total, es Navidad.
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